sábado, 25 de abril de 2009

EL LOBO MALO EN REALIDAD ERA UN BONACHÓN

Coja este libro por ejemplo: Caperucita Rosa. ¿Un libro qué es en realidad? Un montón de palabras escritas, signos que representan palabras, diseñadas por una persona para las personas.
La evolución natural de los cuentos que le contaba su abuela antes de ir a dormir cuando era un niño. Se acuerda, ¿verdad? Y después, a mí, los cuentos, nadie me los ha contado dos veces de la misma manera .El lobo malo, por ejemplo, una vez lo mataba el leñador, otra vez el cazador, que si además se hubiese muerto solo, pongamos resbalando con una hoja seca golpeándose la cabeza en una roca , ¿hubiese cambiado algo a la moral del cuento? El mal ha sido vencido, como todos esperan siempre, como siempre sucede, entonces, ¿a quién importa cómo ha sucedido? Es otra la cuestión. ¿Estamos seguros que sea el lobo el verdadero malo del cuento? No sé si me entiende… El lobo es un animal salvaje, y deje estar que las exigencias narrativas lo hacían hablar y pensar, en realidad no razonaba. Él seguía su naturaleza, tenía hambre y cazaba, le daba igual que fuese una abuela o una niña… Estos son sofismas de intelectuales aburridos. Usted no, usted no es así, ¿verdad? Usted me demuestra ser una persona práctica, de acción: tiene hambre y come, tiene sueño y duerme, tiene sed y bebe, si hay desorden lo ordena, si alguien grita y le molesta lo manda callar . El fin, como usted me enseña, justifica los medios. ¿Y si aquel pobre lobo salvaje, utilizado para representar las injusticias de la vida, para justificar la moral del cuento, hubiese muerto de hambre? El cuento en ese momento habría dado un vuelco: Caperucita Roja habría matado al lobo sin motivo, por maldad, castrando su naturaleza de animal vivo. ¿Se da cuenta? En un momento la historia no es aquella a la que estaba acostumbrado. Por eso están los libros : la tinta permanece allí, quieta, inmóvil junto a las palabras escritas, inmortalizadas, y las cosas no cambian nunca. Me sigue, ¿verdad? Mire, por ejemplo, los nombres en las tumbas. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué se escriben los nombres de los muertos en sus tumbas? En el fondo un muerto no podrá leerlo nunca, ¿qué le importa a un muerto, si está muerto, leer su nombre? El motivo es el mismo por el que se escriben los libros: para inmortalizarlos, para impedir que las historias cambien. Cada tumba una historia, un lobo malo muerto y una Caperucita Roja a salvo. Las tumbas hablan: miles de historias, de vidas pasadas, uno lee el nombre y el cuento comienza. Los nombres en las tumbas son la esencia de nuestra memoria, la historia de nuestra existencia que inmóvil y perpetua resiste al tiempo, en modo que si alguien dentro de cincuenta años lee nuestro nombre sobre la tumba, sabe inmediatamente qué hemos sido, qué hemos hecho y por qué estamos muertos.
Sé en que está pensando, es una duda legitima. ¿Y si alguien llega y, sin querer, mezcla las páginas del libro, pone el principio en el final, el final en el medio, mezcla todo y no se entiende de que habla el libro? ¿Qué le pasa a la moral del cuento si se crea una confusión dentro de la historia? ¿Qué pasa si la abuela se come al lobo malo y Caperucita Roja mata al leñador o al cazador? Pasa que nadie sabe que ha sucedido realmente, la memoria mengua con el pasar de los años, y en mitad del caos cada uno reconstruye la moral como la recuerda o, a lo mejor sin querer, cuenta el cuento al revés: el lobo malo es la víctima del cuento y Caperucita Rosa es sólo una niña malcriada que vuelca su rabia sobre un pobre animal indefenso.
Y es por esto que los nombres en las tumbas no se escriben en papel, sino esculpidos en mármol.

4 comentarios:

  1. Muchas veces las cosas no son lo que parecen....

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  2. La memoría es la mayor mentirosa.
    Pero sería bonito ver tu nombre esculpido en mármol, que lástima que seré cenizas.

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  3. Yo preferiria sea el nombre tuyo a ser escuplido en la tumba. Te molesta?... :)

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  4. jajjajaj, claro que no me molesta, la confusión fue mia.

    Esto va a resultar interesante, a mi confusión natural por este medio se une una cierta barrera idiomática, a ver que sale de esto.

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